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(Cinco Dias, 27/12) El que ahora termina ha sido un año convulso para los negocios regulados de las redes del gas y la electricidad. Con un Gobierno en funciones desde la pasada primavera las empresas despertaron bruscamente de su letargo, propio de estos periodos transitorios, cuando en el mes de julio la CNMC sacó a la luz sus propuestas de circulares, una figura normativa de rango inferior a la orden ministerial con la que el organismo regulador aplicaba por primera vez la potestad legislativa que le otorga la Unión Europea. Entre las circulares, se encontraban las muy polémicas fórmulas de retribución de las redes que encerraban fuertes recortes en los nuevos periodos regulatorios de seis años, muy especialmente para las de gas natural y, en menor medida, las de la electricidad.
De las 14 circulares que la CNMC debía aprobar este año, según el RDL de enero con la que el Gobierno aplicaba el derecho comunitario sobre reguladores independientes, el organismo ya ha publicado en el BOE las ocho menos polémicas, entre ellas, la de la retribución de las redes de transporte y distribución eléctricas, que regirán desde el 1 de enero.
Siguen en trámite las normas más duras de roer: las relativas a las metodologías de los peajes de la luz y del gas, respectivamente, y las de acceso y conexión a las redes eléctricas (una circular clave en medio del nuevo boom de las renovables).
Así la situación, los consumidores pagarán en 2020 (quizás todo el año) las mismas tarifas que han pagado en 2019. Los nuevos peajes que el Gobierno (sea cual sea) elabore el próximo año se calcularán ya conforme a las nuevas fórmulas de la CNMC. En las de la electricidad, la propuesta del organismo supone un cambio radical, con más de una potencia al día y varios periodos horarios, que permitirá a los usuarios contratar según sus hábitos de consumo. Además de unos peajes congelados de facto, estos se seguirán beneficiando de los bajos precios del mercado mayorista (pool), de la mano del derrumbe de las cotizaciones internacionales del gas, la desaparición de la generación con carbón y la cada vez mayor producción con renovables.
Con todas estas medidas en el aire, lo que ocurra con el sistema eléctrico en 2020 es un misterio. Según las previsiones de la CNMC, el ejercicio podría terminar con un balance equilibrado, si bien, todo va a depender si en los próximos peajes se les paga a las distribuidoras las inversiones no reconocidas de los años 2017, 2018 y 2019 que ascienden a unos 300 millones de euros. Por contra, estas recibirán medio punto menos de retribución desde el 1 de enero, según la circular correspondiente ya aprobada. En general, las medidas de la CNMC servirán para reducir los costes del sistema, al recortar en mayor medida la retribución de las distintas redes.
La deuda eléctrica se ha ido reduciendo hasta los 18.000 millones de euros y aunque aún queda un superávit de 950 millones de euros en una cuenta que gestiona la CNMC, ningún Gobierno ha querido amortizar deuda, único fin que la ley permite a los excedentes del sistema, y ha preferido mantenerlo como un colchón para imprevistos que, de no existir, pudiese obligar a subir los peajes.